Queridos fanses y fansas.
Aquí me hallo frente al ordenador, intentando encontrar las palabras que puedan describir de manera fehaciente lo acaecido en aquella carrera, en la que el premio era simplemente permanecer con vida.
Nos las prometíamos ganadores cuando nos enfundamos aquellos disfraces de ladrones (que por cierto, a mi cuñao le quedan mejor las mallas que a mi... Iba divino!!) y llegamos con la frente alta, al punto de salida.
Nada podía salir mal. Calentamos moviendo el esqueleto con la música de ambiente; estiramos (sobre todo los brazos para coger un vaso de cerveza gratis) e incluso, hicimos el círculo del amor.
¡Por Dios bendito! ¡El Círculo del Amor! Si por todo el mundo es sabido que 300 Espartanos, antes de la cruenta batalla de las Termópilas y enfrentarse al mismísimo Gerges, unieron sus manos en círculo y agitando los brazos, gritaron al unísono... ¡El círculo del Amoooooooorrrrr! ¡Aú! ¡Aú! ¡Aú!
Vale que murió hasta el apuntador y no quedó en pie ni un soldadico de Esparta pero ¿y lo cansinos que fueron?
La suerte estaba de nuestro lado y decidimos colocarnos los primeros en el grupo de salida. Pasando desapercibidos vamos.
La cuenta atrás comenzó y ya nada podría pararnos.
Tres... Dos... Uno... ¡Maricón el últimoooooooo! Todos los nervios acumulados durante meses, todo aquel durísimo entrenamiento, por fin servían para algo. Y es que, he de reconocer, que hice los 50 metros más increíbles de mi vida. Luego todo fue cuesta abajo y sin frenos.
Miles de personas nos iban adelantando, incluyendo una señora anciana con andador y su perro Flufo de más de 15 años, que también llevaba andador...
Me atrevería a decir que la situación era bochornosa a la par que vergonzosa pero es que si algo caracteriza a este grupo de desustanciaos, es que no tenemos vergüenza ni la hemos conocío.
Tras el primer tramo de carrera, llegaron los neumáticos y el temible cocodrilo hinchable que cruzaba el caudaloso y limpio río Segura. Ahí ya había cola así que después de todo, no lo habíamos hecho tan mal. Estábamos en el mismo punto que los que nos habían adelantado.
El problema llegó cuando el cocodrilo se pinchó...
-¡¿Ahora que hacemos, dita sea?!- exclamó uno de los ladrones.
-¡Cruzaremos nadando!.. O es que no hay huevos???
Ahí estaba de nuevo la frase maldita. Sabíamos que entrar en aquellas aguas, nos quitaría años de vida y hasta era posible que saliéramos del agua con tres ojos... bueno cuatro, pero no cabía otra respuesta.
¡Al agua patooooooooosssssss! Tras salir airosos de aquel entuerto, nos encontramos con las pozas de barro que pa mi que en algunas había hoyos demasiado profundos porque yo perdí de vista a mi mujer en varias (menos mal que la de riesgo no vino, hubiera necesitado un equipo de buceo para superar aquellas piscinas de barro).
Pero seguimos adelante y volvimos a quedarnos los últimos. Húmedos, con barro hasta en las cejas, recubiertos de harina... yo pensaba que la siguiente prueba sería una freidora gigante porque te juro que parecíamos "cocretas".
Llegamos a la espuma y continuamos hacia el equipo de rugby. Ahí nos preparamos y luchamos en una mortal batalla en la que solo quedó en pie la señora del andador y su perro Flufo...
Aquello no acababa. Si nos parecía que era insufrible lo que habíamos pasado, lo que quedaba era aun peor.
Contenedores de obra llenos de agua, en los que te dejabas la seta pa subir... Cuerdas elásticas que había que sortear y como no anduvieras atento, el de delante la soltaba y te pegaba cada viaje que te dejaba la marca de la gomica de por vida... El tobogán asesino que te devolvía de nuevo a la vera del río y en penúltimo lugar, la pista americana....
La meta estaba muy cerca. Llegados al punto de partida, solo nos quedaba un último obstáculo: el Tobogán Gigante. Aquí se vivió uno de los momentos más dramáticos de la mañana. Mi prima Queta, subida en to lo alto, se dejó caer por aquella pendiente sin percatarse de que la velocidad con la que descendía aumentaba de manera directamente proporcional a la cantidad de agua que había sobre la superficie inclinada. Este hecho hizo que su llegada a la zona de frenada, fuera algo accidentada ya que no dio tiempo a que la chavala que se lanzó antes saliera de allí. Menos mal que aquí la Queta, tuvo reflejos y abrió las piernas en el momento justo porque si no, tal y como dicen las leyes de la física, si un cuerpo parado choca con otro cuerpo que viene a una velocidad de tropecientos metros por segundo (y gritando), el cuerpo que esta parado dibujaría un arco ascendente que encontraría su punto álgido a los taitantos metros del suelo y acabaría literalmente a tomar por culo (y no lo digo yo, que lo dice el Newton). Las declaraciones de mi prima al bajar del Tobogán de la muerte fueron simplemente escalofriantes: -¡La he ensetonao! ¡La he ensetonao! Era menestéh...
Como todo en esta vida, aquella carrera tocaba su fin. Acabamos los últimos pero eso no importaba porque gracias a eso, tuvimos un final apoteósico, digno de los luchadores más aguerridos de la antigua Esparta. Tardamos un minuto más y nos cierran el chiringuito, te lo digo yo. Pero el caso es que nos grabaron y todo, como si fuéramos famosos.
¡¡¡¡Y nos lo queríamos perder!!!!!
Dicho esto, espero que podáis ver el video en el enlace que os dejo a continuación, porque os va a encantar!!!!
https://dl.dropboxusercontent.com/u/36949156/CRAZY%20RACE.avi
https://dl.dropboxusercontent.com/u/36949156/CRAZY%20RACE.avi
Nos vemos en la siguiente entrada!!!!
P.D. Llevaba las bragas puestas por fuera porque perdí una apuesta. Fin. No hay nada más que decir. No hablaré nunca más de este tema así que no os molestéis en preguntar ¿entendido? Pues aire que chispea!!!