Lo que a continuación voy a relatar, puede herir la sensibilidad sensible de los lectores pero es necesario que la verdad salga a la luz.
Lo acaecido, tuvo lugar en la cabaña en la que pernoctamos la noche de la caminata, en aquel camping de la sierra.
Para preservar la intimidad y el anonimato de quienes me acompañaban, usaré nombres ficticios pues, es de entender, que quieran olvidar tan macabro suceso...
El reloj del restaurante en el que nos pusimos tibios a comida y bebida espirituosa, tocó a la hora bruja. Era momento de volver a nuestros aposentos si queríamos descansar para realizar la caminata al día siguiente.
La habitación que yo compartía con Mar..tirio, Mercedora y Noeltia, se encontraba en la planta superior de la cabaña a la que se accedía por unas escaleras que cada segundo que pasaba, parecían más empinadas. De hecho, Mercedora tuvo subir los escalones ayudándose de una cuerda y un arnés.
En la de abajo, se instalaron la Pantoja y Maria del Monte (anonimato absoluto para mis amigas) y su fiel perra Gabbana.
El primer escalofrío de la noche se sintió cuando una de nosotras entró al baño... No recuerdo quien fue pero si sé que el resto, entramos en pánico cuando de aquel aseo salió un ruido casi de ultratumba. Sabíamos que algo no marchaba bien porque cuando preguntamos a la susodicha, sólo pudimos escuchar una frase que nos puso de punta hasta los pelos de la berenjena (eso a las que tenemos matojo y no vamos en plan Barbie): "¡Sal de este cuerpo!"
Su voz, sonaba quebrada... como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrehumano por expulsar aquello de su interior. Gabbana se puso nerviosa y comenzó a ladrar, haciendo que todas pegáramos un grito al unísono y a la vez. Se fue a las escaleras y comenzó a subirlas de espaldas y hacia atrás...
Supimos que aquello no hizo más que empezar.
Intentamos normalizar la situación y bromeamos sobre quien iba a morir primero esa noche, quien se salvaría. Que si en las pelis siempre muere el negro, pos que pena que no haya venido ningun negro esta noche (esto lo dijo Mercedora), pues a la virgen siempre la matan la primera, ah! pues entonces aquí no muere ni una, que si yo que llevo tupé no puedo morir porque tengo poderes sobrenaturales y veo a la muerte de venir... En fin, que todo parecía tranquilizarse cuando de pronto otro suceso me paró en seco... De la habitación de abajo, vi salir el colchón solo, flotando en el aire... y os juro por Mafalda, que yo esa noche no probé ni una gota de agua. Sabía que aquello no era producto de mi imaginación... ¿Es posible que los objetos leviten?... Mi pregunta tuvo una pronta respuesta cuando, al girar en el salón para subir las escaleras, vi a Mercedora sujetando el colchón tras, tras, por detrás... Respiré profundamente y me dije "Mércal, esto es una azulina... aluniza... alucisa... ¡que te lo has imaginao copón!"
Todo estaba listo. Nos empijamamos y nos dispusimos a introducirnos en nuestros camastros cuando algo muy raro sucedió.
Cuando Mercedora se metió en su catre, gritó: "¡Uh, capasao aquí! ¡Chacha, ehto qué eh!???"
Acto seguido comenzó a soltar sonidos guturales, como si tuviera hipo, y de pronto comenzó a decir improperios como si le hubiera poseído el espíritu de Mercedes Milá: "¡Hijas de puta! ¡Vuestra madre será una santa pero vosotras sois unas cabronas!¡Cabronas!¡Sus viá crujir vivas!"
Estaba fuera de sí. Tenía claro lo que había que hacer... :"¡Tenemos que llamar a un cura para exoscisar.....erxocisar... esorxisa.. Mátala! mátala!"
Pero ya era demasiado tarde. Cuando giré la cabeza 163,5 grados plantígrados, vi a Mar...tirio y Noeltia, con los pies por alto, haciendo extraños movimientos pero curiosa y perfectamente sincronizadas... Mar...tirio, comenzó a subir por las paredes, mientras Mercedora se unió a quel dantesco espectáculo. Nadie saldría de allí con vida. Pensé que nada podría empeorar cuando de pronto algo sucedió....
El ventilador del techo se puso en marcha sólo y la ropa interior salió de nuestras mochilas. Como si estuviera poseída, una faja braga se lanzó hacia las aspas y comenzó a girar, saliendo disparada hacia Mercedora que seguía contorsionando su cuerpo. Aquella faja braga siguió realizando aquel extraño ritual durante unos minutos más hasta que de pronto, todo se paró de golpe.
Todo se quedó en silencio, las luces se apagaron y no volvieron a oirse más extraños ruidos en esa cabaña maldita....
Lo que ocurrió aquella noche, nadie fue capaz de comentarlo jamás. Es por eso por lo que hoy, me he decidido a relatarlo tal y como ocurrió porque mi conciencia no me dejaba vivir en paz.
Espero que ahora que ha salido de mi cuerpo, todo vuelva a la normalidad porque no dejo de pensar en aquella mística experiencia y en la posibilidad de que yo, y solo yo, fuera la culpable de todo lo sucedido...
Aquí os dejo una imagen que nos dejó heladas... ¿Es posible que aquella noche no estuviéramos solas?.... Quién sabe...